Lo que sigue es una nota interesante extraida de todamujer.com sobre un tema que a mas de una le puede y le ha afectado, un dilema fundado en las relaciones de parejas con hijos, y mas cuando estan en edad avanzada.
Las relaciones interpersonales son de por sí complejas. En el caso donde, además de interactuar con las personas, éstas pasan a formar parte de nuestra familia, la situación se torna doblemente delicada.
Es importante considerar que cuando decidimos formar un nuevo hogar tenemos a nuestro favor varios factores:
-El amor de la pareja
-El haber decidido formar este nuevo hogar
-Tener intereses en común
Cuando uno o ambos miembros de la pareja llevan a la familia hijos de relaciones anteriores, éstos de pronto se ven inmersos en una situación que muy probablemente no eligieron, que tal vez no deseaban. Por ello es conveniente tomar en cuenta que su aceptación del hecho puede ser complicado.
En mi caso me enfrenté a esta situación cuando decidí formalizar una relación de varios años con mi pareja, quien tenía dos hijos (ya casados) y una hija de 16 años que vivía con él y, por tanto, viviría con nosotros.
La relación entre nosotras había sido buena en términos generales; con ello quiero decir que era cordial y de mutuo respeto, pero distaba mucho de ser íntima o cercana.
Cuando decidimos formar una nueva familia, lo primero que hicimos fue anunciar a sus hijos la decisión y preguntar qué opinaban. Los hijos casados no pusieron mayor objeción, por el contrario, se mostraron contentos. La jovencita tampoco mostró rechazo, pero no denotó gran entusiasmo por ello.
Nos mudamos a un departamento con espacio suficiente para
vivir cómodos e independientes, pero la situación se volvió complicada pues mi pareja sentía que se encontraba “entre la espada y la pared” cada vez que ocurría alguna fricción, pues si apoyaba a una, la otra se sentía desplazada y no tomada en cuenta.
La verdad llegué a sentirme bastante agobiada y desencantada por el rumbo que tomaban las cosas; me pregunté qué tanto me importaba la relación con mi pareja y cheapest uk supplier viagra hasta dónde estaba dispuesta a trabajar para que funcionara. La respuesta fue que sí quería estar a su lado; eso me convenció que debía hacer lo posible por mejorar la relación con su hija.
Tenía a mi favor que nuestra relación en el pasado había sido razonablemente satisfactoria. Por eso decidí que la única manera en que las cosas podían mejorar era hablando, conociéndonos más y siendo amigas (cosa que, he ido descubriendo, fue lo mejor que me pudo pasar).
Tenía claro que yo no era, ni podía suplantar en modo alguno, a su mamá. Esto era lo primero que debíamos platicar pues así ella sabría que mi papel no era para nada el de una madre sustituta (si se me permite el término), sino el de una amiga que, por contar con más años y experiencia, podría servirle de apoyo en cualquier momento.
Ahora que lo reflexiono para compartirlo aquí, me doy cuenta que para convertirme en su amiga actué de una manera muy parecida al modo como lo hago con mis amigas de hoy. Salvo la manera en que nos conocimos y la situación un tanto “obligada” de vivir juntas, la relación
entre la hija de mi compañero y yo comenzó a tener los mismos elementos: respeto, sinceridad, cariño, confianza, descubrir intereses en común y compartirlos…
Bien sé que para lograr una relación de verdadera amistad con los hijos de la pareja no existe una receta mágica. Se construye en el día a día, como cualquier amistad, fortaleciéndola para que permanezca en el tiempo.