A medida que pasan los años es posible reencontrarse con las viejas amistades de la infancia, la escuela, el trabajo y la universidad. Pueden cambiar los tiempos, la música y la forma de vestir, pero la verdadera amistad perdura aunque pase el tiempo. He aquí el valor absoluto de una amistad desinteresada.
Se dice que los verdaderos amigos son aquellos que pueden verse después de muchos años y entablar conversaciones tan naturales y espontáneas como si nunca hubiera pasado el tiempo. A pesar que ya están viejos, con familias y muchas responsabilidades, el reencuentro entre dos buenos amigos tiene esa peculiaridad única de romper con los límites del entendimiento y la lógica. Cuando se es amigo, no importa lo demás.
Reencontrarse con varios conocidos no es lo mismo que hacerlo con un amigo. Mientras que en el primer caso se trata de un simple encuentro y saludo protocolar, en el segundo ejemplo estamos hablando de una ocasión especial, al que dedicamos tiempo y nos nace reentablar las conversaciones que dejamos años atrás.
Así son los reencuentros de una vieja amistad, espontáneos, libres y llenos de una afecto profundo. Por esas cosas del destino, siempre tenemos la oportunidad de volver a ver a aquel amigo que dejamos en la universidad o el trabajo, pero que siempre recordamos gratamente con mucha nostalgia y aprecio.
No dejes pasar la chance de planificar el reencuentro con tus viejas amistades, y si por esas casualidades tienes la oportunidad de verte con un amigo después de varios años, deja que los buenos sentimientos fluyan espontáneamente.