San Valentín se celebró hace una semana, y seguramente fue para muchos un día romántico e inolvidable, pero para otros tantos, San Valentín puede ser el detonante de una discusión, e incluso de la ruptura en la pareja. Y es que tal vez tuvieramos expectativas distintas de lo que debería ser el día de San Valentín, y cuando vemos que nuestra pareja no las cumple nos sentimos decepcionados, y eso, unido a ver la inevitable alegría de los enamorados de nuestro entorno, puede llevarnos a sacar de quicio situaciones que en cualquier otro día no pasarían de un simple reproche. En San Valentín todo se engrandece, tanto el amor como las peleas.
Debemos asumir que San Valentín puede no salir perfecto, o al menos, no salir como nosotros teníamos pensado. Tanto si somos pro-regalos y pro-romanticismo como si no tenemos pensado nada especial ese día, pero nuestra pareja nos convence para hacer algo. En la pareja hay que saber entender a la otra persona, y a veces es bueno hacer esfuerzos para que se sienta bien. Si nuestra pareja es una entusiasta de San Valentín, aunque a nosotros no nos guste demasiado, celebrar ese día puede ser una buena alternativa, y seguro que ella lo sabrá valorar.
Si por más que lo intentemos al final acabamos discutiendo con nuestra pareja en un día tan señalado como este, lo mejor que podemos hacer es no darle más importancia de la que tendría una pelea común y corriente. Dejar que el tiempo pase un poco el enfado, y hablar las cosas tratando de ser sincero pero educado a la vez, no buscando nuevas trifulcas ni llevar la razón. Hay que saber ceder y negociar en este tipo de peleas, y hacer entender al otro nuestra postura. Se puede sobrevivir a San Valentín, aunque no nos guste demasiado este día. De hecho, podemos pensar que somos afortunados de que solo haya un Día de los Enamorados oficial.
