Una infidelidad puede ser una de las pruebas más difíciles a las que se enfrente una pareja, por el hecho de que en nuestra sociedad, la relación de pareja se entiende comúnmente como el amor entre dos personas, sin que haya otras de por medio, ni siquiera por motivos sexuales. La infidelidad resquebraja la confianza de la pareja, algo básico a la hora de seguir juntos, y en muchas ocasiones puede acabar con la relación. No obstante, si en el fondo seguimos amando a nuestro compañero o compañera, a pesar de habernos sido infiel (hay infidelidades e infidelidades), podemos tratar de recomponer nuestra confianza para sacar adelante la relación.
Lo primero que debemos hacer es tener en cuenta el contexto, cómo se ha dado la infidelidad, si nuestra pareja lo ha confesado y se siente arrepentido/a de haberlo hecho, si está esforzándose por mantener la llama del amor encendida… No es lo mismo una infidelidad después de una noche loca de alochol y fiesta que una infidelidad reiterada, a nuestras espaldas, y mintiéndonos sistemáticamente durante el tiempo en que nos haya estado engañando. Contará también, evidentemente, las razones que nos de nuestra pareja para explicar su infidelidad.
Saber perdonar es algo que nos hace mejores personas, pero tampoco podemos pecar de inocentes si intuimos que esa persona volverá a engañarnos. Si una infiel es reincidente, seguramente no tendrá posibilidad de cambiar, porque estará en su naturaleza hacerlo una y otra vez, y es mucho más complicado confiar en alguien así, desde luego. Por eso debemos poner de nuestra parte para perdonar a nuestra pareja, pero pedirle igualmente que haga esfuerzas para recuperar nuestra confianza, porque el perdón no significa que todo vaya a ser igual que antes. Esa persona deberá ganarse nuestro amor cada día, para hacernos olvidar por completo su infidelidad.