Estudios sobre las relaciones familiares y matrimoniales hay muchísimos, y prácticamente cada semana tenemos uno nuevo en los medios de comunicación. En ocasiones, incluso, contradiciéndose unos a otros, por lo que uno ya no sabe que pensar acerca de ellos. El último parece tener más lógica, y nos llega desde la Universidad de Texas, en Dallas. Según este estudio, un buen ambiente familiar en la época adolescente favorecerá que esos chicos luego tengan un matrimonio más feliz, solido y consistente. Una forma lógica de entrelazar las vivencias en la época más decisiva de nuestra vida, la adolescencia, con nuestra posterior proyección de sentimientos y emociones en relaciones personales.
Como ya se sabe, el clima familiar durante los primeros años de nuestra vida, en los que formamos nuestra personalidad, son decisivos luego en la edad adulta, en nuestra relaciones de trabajo, amistad y también en nuestras relaciones de pareja. Si hemos crecido en un hogar sano donde nuestros padres se querían y no había broncas cada dos por tres, seguramente desarrollemos una visión mucho más limpia de la relación de pareja, que nos favorecerá cuando estemos casados. Si por el contrario, lo que estamos acostumbrados a ver desde pequeños es a nuestros padres discutiendo a todas horas y poco amor en la familia, aceptaremos esas situaciones como normales, y las repetiremos en el futuro con nuestra pareja.
Robert Ackerman dirigió esta investigación que comenzó hace veinticuatro años, recogiendo datos de 288 alumnos de 13 años entre 1989 y 1991. Ahora, con la gran mayoría de ellos casados, ha podido probar su hipótesis con este estudio, que ha sido publicado por la prestigiosa revista Psychological Science. El estudio determina que las personas procedentes de hogares cálidos suelen estar más satisfechos por su matrimonio y tienen una mejor comunicación con su cónyuge. Datos a tener en cuenta, sin duda, y que ponen una vez más en relieve el hecho de que un hogar con amor es un semilla plantada para el futuro de nuestros hijos.